jueves, 29 de septiembre de 2022

Miradas como diamantes

Un día es un conjunto de detalles, pensamientos, emociones y acciones, removidos en una coctelera, cual alquimista, y la calidad de los momentos acontecidos, sumada la actitud, dan el resultado, siempre libre de apreciación para cada uno.

Hoy me quedaré con lo primero que nombro, los detalles.

Dicen que los pequeños son los de más alto valor, los que relucen, los que te pueden generar una sonrisa, o la diferencia entre lágrimas de alegría y tristeza, pero con el prisma del agradecimiento, no pasan desapercibidos.

Cuando vienen de las personas que menos esperas, valen doble, pero cuando llegan de almas compasivas, te aportan todo su amor, sin esperar nada a cambio, y tienen patas y pelitos... 

Por esos peluditos que, con una sola mirada, hacen brillar días como diamantes.


domingo, 4 de septiembre de 2022

Hace casi un año

Un día cualquiera de Septiembre, quizá no, tal como lo enfoques, lo será o no.

Hace casi un año me enrolaba en una nueva aventura laboral, recuerdo que fui y dije ¿Estaré contratado o no?.

En un edificio con mucha solera de la capital, en uno de sus patios interiores, un grupo de personas, pero no paré a observarlos. 

En una habitación comenté a que venía y me explicaron que esperara fuera.

Ahora sí, ahora tocaba hablar con ese grupo que hablaba anteriormente.

Los primeros días, de risas, nervios, de no saber que me iban a asignar, como sería la experiencia, pero, por otro lado, confianza en que día a día iba a crecer.

Y es que, más que esa experiencia laboral, te ibas quedando con lo que, quizá, para otras personas no brilla tanto, o no se tiene tanto en cuenta.

Era la primera vez que iba a ejercer mi profesión con la mentalidad de decir "disfruto". 

Dicen que cuando trabajas de lo que te gusta no es trabajo, aunque soy de los que piensa que, como todo en la vida es dinámico, que lo que hoy es blanco, mañana puede transformarse en negro, que todo es energía, que también hay escalas de grises, todo se ve con el prisma o "las gafas" que te pongas en el momento.

Pasaban los días, y como dije antes, relucía el factor humano. 

Por fin podía decir que trabajaba "en casa", que no tenía compañeros, tenía amigos, más si cabe.

No sabría contar cuantos momentos de risas, chistes y bromas, vueltas para ver a las compañeras/os del fondo de la habitación, de cuantas conversaciones emotivas, espirituales, de la vida misma, pude tener.

Muchas veces resuena en mi cabeza ese "Luis, tú me gustas porque eres un tío normal, no te da aires, ni te lo tienes creído como otros de tu edad" 

Perdonadme si leéis esto y no fue tan literal como lo aprecio en este momento que escribo, el tiempo tiene estas cosas, que olvidas algunas palabras, pero no el momento, ni el como, ni el donde, ni el porqué.

Recuerdo también esos momentos de música, jolgorio, risas de nuevo... Esas copitas, pastelitos, platos, bombones.

Hubo otros muchos momentos bonitos, como ese almuerzo, que tan bien salió, ese discurso improvisado en el que dije "Qué demonios, me da mucho palo que estén todos/as mirándome en este momento, pero tengo que decirles lo que son, los mejores compañeros que he podido tener".

Otros no tan bonitos, por el contexto, pero esos besos sentidos de "os echaré de menos, esto se ha acabado" también se quedan en el alma.

Por supuesto, me quedo también con esos pequeños detalles en forma de libros, canciones, películas y series que me compartieron y, es que, después de un año, aún hay pequeñas pinceladas de esos días de otoño.

Esos "Qué tal estás", "¿Has echado esta oferta de trabajo", "Luis, léete estos libros", "Mírate este vídeo", o incluso que por un meme esa persona se haya partido de reír y le hayas alegrado el día.

Hacía mil que no escribía, no sé como esta noche, con todas las que hay en un verano, me ha dado por juntar letras, pero los recuerdos y esas pequeñas cosas que se regalan, y te regalan, tienen eso, que pueden convertir una noche cualquiera en otra única. 

Pincelada a pincelada, un cuadro magestuoso.